Por Constanza Avello
2021-08-05
Uno de los objetivos que se propone Maulina es promover espacios que estimulen el diálogo y la reflexión del ejercicio fotográfico. ¿Por qué pensar la fotografía?, ¿por qué hablar de fotografía? Una imagen vale más que mil palabras sentencia el refranero popular, adjudicando un valor testimonial e informativo a cualquier tipo de representación de la realidad, por sobre una dilatada descripción. El origen técnico de la fotografía, refuerza la expectativas probatorias y comunicativas que se vierten sobre este tipo de imagen, a tal punto que es el medio privilegiado para impulsar campañas políticas, publicitarias y para construir la memoria de los pueblos.
El uso de la fotografía no es exclusivo, el aparato fotográfico si bien se complejiza en tecnologías avanzadas, se vuelve cada día más democrático inserto en la telefonía móvil. Asimismo, el consumo de la imagen digital es inmediato y omnipotente, las imágenes asedian la vida cotidiana de forma instantánea, inagotable y sucesiva.
¿Se necesita alguna competencia particular para hacer una fotografía? ¿Se necesita descifrar algo ininteligible en la superficie fotográfica? Al parecer no y nada habría que decir ni pensar. Sin embargo, el dominio que ejerce la fotografía en las decisiones personales, parece alertar que algo hay de complejidad en este tipo de imágenes ampliamente utilizadas por diversos núcleos de poder como el de la tecnología.
La utopía de la simplificación de los procesos, es la automatización que evade y anula la reflexión del operador - consumidor. Lo simple, lo automático, bajo la promesa de lo rápido y eficaz como valores privilegiados de la economía neoliberal, abandona en la programación de los algoritmos lo que compete a elecciones subjetivas particulares. No pensar, no dialogar sobre esto, relega al ser humano a un espacio irreflexivo lleno de expectativas ilusamente satisfechas por el mercado, manteniéndolo en un rol consumidor provechoso al engranaje tecnológico en constante renovación.
Preservar el pasado y la potencia comunicativa son parte de las consignas del negocio fotográfico que apelan a la emocionalidad y eficacia de la imagen técnica, sublimando en la fotografía el registro de los hechos en una imagen que vale más que mil palabras, soslayando en desmedro, todo el potencial simbólico, las posibilidades creativas y la riqueza interpretativa que permean al lenguaje fotográfico (para bien y para mal) en una estética que sí es preciso reflexionar y sobre la que urge formar a creadores y espectadores en una lectura crítica de la imagen técnica. Sí, hay mucho qué decir y pensar sobre fotografía al margen de los sistemas hegemónicos y Maulina se instala como una nueva plataforma para la difusión y la reflexión desde la mirada regional de la mujer. Bienvenidxs.