Por Lorena Arán
2021-08-05
Según su etimología, curadora alude a la persona que protege y administra algo, (cura=cuidado).
A mi juicio, la labor de la curaduría es desafiar las pretensiones de las instituciones conservadoras, promotoras de discursos heteronormados, que excluyen a mujeres y disidencias sexuales; instituciones que han menoscabado a nuevos talentos y artistas de amplia trayectoria, limitando y condicionando sus accesos y la puesta en valor de sus obras, por el cuestionamiento a su modelo de “administración del arte”.
Mi compromiso como curadora, fue involucrarme con cada artista y su obra, siendo fundamental el reconocimiento y comprensión de la actitud y sentir de las fotógrafas, interpretando su trabajo para contribuir en la valorización de sus propuestas en el público.
Por décadas, al público se le ha ubicado al otro lado de la obra. Maulina posiciona a la audiencia como su principal interés y orientación de su plataforma. Para ello, mi labor consistió en generar una estructura narrativa que permitiera promover y fortalecer la exhibición de las fotógrafas, a través de trabajar en sus piezas con perspectiva de organizar y desarrollar una exposición coherente, conceptual y dinámica para el público.
Contextualizar la colección, radicó en gestionar el conocimiento de la exposición a través de la mediación de la obra, para que transite de lo privado e íntimo de cada artista a la exhibición pública, habitada por una audiencia que tiene preferencia de lo que quiere y está dispuesta a ver.
Ingresar a la conciencia pública, desde un ámbito anti-formalista, requiere filtrar lo innecesario y proponer una estructura visual que permita por un lado apreciar la estética y el ritmo de la colección y por otro, vincularse emocionalmente con el discurso artístico de la misma.
Ante el actual escenario del arte contemporáneo -impulsado por el mercado-, es de responsabilidad resaltar su dimensión no comercial, como actividad que surge desde la conciencia reflexiva para representar lo real y materializar el imaginario, desarrollando un lenguaje político que propone una relación espacial y temporal que impulsa la circulación de ideas, favoreciendo la necesaria e imprescindible expansión de los sentidos.