







Como una ventana indiscreta, fisgoneando en la intimidad de las prácticas cotidianas, Camila evidencia la constante tensión de la imagen, para conducirnos a la vertiginosa o endurecida vida de personas o lugares desconocidos, que exhibe como objetos que atraviesan el arte y la cultura. Su obra sugiere y domina proyecciones de paisajes internos, para manifestar nuestras subjetividades. Deliberadamente en su fotografía un detalle desborda la imagen, gesto que conmueve y provoca.
Camila Bastías
Talca, 1990
Amor por los procesos
Nació en Santiago, y se vino muy pequeña con sus padres, a vivir a la casa de sus abuelos, hogar ubicado en Talca, que le ofrecería los primeros estímulos en torno a la fotografía. Estudió Diseño Industrial y tiene su propia marca de accesorios textiles y serigrafía Melina textilera. Su identidad va por el oficio, por poner sus manos y su corazón en cada uno de los procesos. Actualmente entrega clases de fotografía a jóvenes de la región.
También es co-creadora junto a un grupo de amigues del espacio Casa Maleza, allí coexisten diferentes rubros en torno a los textiles, el arte y los oficios. Su primer acercamiento a la fotografía fue a través de unas revistas y elementos de laboratorios que fue encontrando en su propio hogar. El encuentro con la cámara y su inseparable relación vendría más tarde, cuando en una feria de cachureos se cruzó con una análoga que le cambiaría la vida. Luego decidió dar un paso más y se especializó en laboratorio fotográfico.
En sus registros, lo que busca es provocar, conmover y entregar algo que no está explícito sino que lo sugiere. En torno a su mirada, esta ha ido cambiando junto con ella, pero hay fijaciones que son inmutables; a Camila le inspira el tránsito de la luz , el bosque, el mar, las personas, los gestos, el viaje y la belleza “y esta puede estar en todos los lugares si la sabemos mirar,” dice. Su fotografía está puesta en lo humano.
El proceso ha sido muy intuitivo y autodidacta, comprendiendo los tiempos y decisiones de hacer fotos análogas, con solo 24 o 36 posibilidades. Siempre presente el factor sorpresa, “porque puedo tener la certeza de que tomo una imagen, pero el revelado, y cada proceso está sujeto a lo incierto, eso también me conmueve” expresa.
“Camilatelas” como le dicen en rrss, le gusta conocer a través de la exploración, le entusiasma probar diferentes cámaras y darse la oportunidad de jugar con sus distintas posibilidades; compra, vende, y así… cada una cumpliendo un ciclo que le abre infinitos caminos a la creatividad. Porque cada cámara es un mundo. Siente que está viviendo un tiempo de abundancia de experiencias en torno a la fotografía. Actualmente se presentó la increíble oportunidad de armar el laboratorio fotográfico en Casa Maleza, y eso la tiene muy entusiasmada. No sólo porque podrá volver a revelar sus propias fotos sino porque podrá ser un espacio de aprendizaje colectivo en este tan extinto quehacer.
Dentro de todas sus inquietudes, a Camila también le despierta interés aprender de costureras mayores, relacionarse con ellas, colectivizar el oficio y darle una mirada más humana.
