Revés objetual en San Clemente
Marcela desarrolla la serie El habitar del Vestigio desde la inmediatez de un smartphone donde visualiza lo inescrutable y a veces absurdo del entorno rural como reverso de la ciudad contemporánea.
Se detiene en objetos y estructuras que interpelan su mirada, y con una estética equilibrada, enmarca simbólicamente vestigios que en la pantalla táctil se vacían de realidad para volverse en conjunto imagen significativa, metáforas de espacios y dinámicas arbitrarias, pliegues indefinidos que resisten la lógica del proyecto moderno en la zona agraria de San Clemente, principal corredor hidroeléctrico del país con 12 centrales activas en la cuenca del río Maule.
Sobre una zona de gran conectividad y modernas estructuras viales, la autora trabaja desde un aparato hiper tecnológico sobre lo nimio, señalética de otras formas de habitar que la homogenización global es incapaz de incorporar.
Curatoría y texto por Constanza Avello
Con la fotografía como un pulso, como un pensamiento.
Me conmueve la calidez de la luz temprana y el vaivén de los árboles cuando hay viento fuerte, la calle, y las historias de miradas desconocidas a las que me aferro tratando de encontrarme también; cada persona es un mundo por descubrir, al igual que la foto y sus mágicos procesos.
Nacida en Talca, creció conectándose con la naturaleza y los paisajes. Es Arquitecta de profesión. Hace más de 10 años administra el grupo de Facebook Fotografía Cultural y desde el año 2020 es integrante de Femgrafía, comunidad de fotógrafas de Latinoamérica y España. Pertenece a la comunidad de Casa Maleza, un espacio para las artes y oficios.
Para Marcela la fotografía es parte de ella, siempre curiosa transita en una constante búsqueda por encontrar lo que la va conectando, en sintonía con los procesos por los que esté pasando. Se replantea para volver a encontrarse con esa experiencia humana, personal, volcándose en la actualidad más a un paisaje humano en donde aparecen las emociones y la conexión con el otro es mucho más cercana. ¿Definirla en un solo estilo?, imposible.
Con una experiencia instintiva y autodidacta decide integrarse a la Mesa de Fotografía Regional; allí comparte, conoce otras experiencias y participa de un par de talleres nacionales que la llevarían a exponer -por dos años consecutivos- fotos de su autoría en paraderos del TranSantiago. Allí, sus imágenes permanecieron durante meses expuestas ante miles de personas.
Luego de estas instancias decide estudiar arquitectura y deja su pasión stand by. Eso, hasta que aparece la oportunidad de viajar a Francia donde realiza su primer proyecto de fotografía documental. Y así, Marcela pasó de ser una estudiante, fotógrafa amateur de registros nocturnos dibujados con luces, a hacerse cargo de una importante muestra e investigación que quedaría de manera permanente en un hogar de residencia de personas en situación de vulnerabilidad, donde pasó meses observando, compartiendo y aprendiendo un idioma que en ese entonces desconocía. Una experiencia que cambiaría su vida en muchos aspectos, pero sobre todo, la acercaría de manera más profesional a la fotografía, y le daría un impulso para continuar vinculada a ella.
A Marcela le inspira la existencia, las huellas del tiempo, la memoria, la naturaleza, lo cotidiano en todas sus formas y reflexiones. También aparece en ella esa parte de la arquitectura que la llama: las líneas, las formas, los espacios, los detalles y las texturas… cómo el ser humano se relaciona con su entorno.
En sus registros aparecen los retratos, sobre todo los que tienen que ver con la intervención humana en los territorios, las fotos callejeras, de protestas, lecturas de la sociedad, de paisajes que cuentan algo más que solo belleza.
Actualmente Marcela se encuentra experimentando con herramientas tecnológicas para desarrollar proyectos digitales utilizando la Inteligencia Artificial.